El argumento de la simulación: por qué la probabilidad de que usted viva en una Matrix es bastante alta
Nick Bostrom
Times Higher Education Supplement, mayo 16, 2003
Matrix hizo que muchas mentes no tan filosóficas rumiaran acerca de la naturaleza de la realidad. Pero el escenario representado en la película es ridículo: cerebros humanos mantenidos en tanques por máquinas inteligentes sólo para producir energía.
Hay, sin embargo, un escenario relacionado que es más plausible y una línea seria de razonamiento que nos lleva desde la posibilidad de este escenario a una conclusión sorprendente acerca del mundo en el que vivimos. Yo lo llamo el argumento de la simulación. Quizá su más asombrosa lección es que hay una probabilidad significativa de que usted viva en un simulación de computadora. Literalmente hablando: si la hipótesis de la simulación es verdadera, usted existe en una realidad virtual simulada en una computadora construida por alguna civilización avanzada. Su cerebro, también, es simplemente una parte de esa simulación. ¿Qué argumentos podríamos tener para tomar en serio esta hipótesis? Antes de llegar a la esencia del argumento de la simulación, consideremos algunos de sus preliminares. Uno de éstos es la asunción de “independencia del substrato”. Ésta es la idea de que las mentes conscientes podrían en principio ser implementadas no sólo en neuronas biológicas basadas en carbono (como las que están en su cabeza) sino también en otro substrato computacional como los procesadores basados en silicón.
Por supuesto, las computadoras que tenemos hoy en día no son lo suficientemente poderosas para ejecutar los procesos computacionales que ocurren en su cerebro. Y aun si lo fueran, no sabríamos cómo programarlas para que lo hicieran. Pero, a fin de cuentas, lo que le permite tener experiencias conscientes no es el hecho de que su cerebro esté hecho de materia blanda, biológica, sino que implementa un cierta arquitectura computacional. Esta asunción es bastante aceptada ampliamente (aunque no universalmente) entre los científicos cognitivos y filósofos de la mente. Para los fines de este artículo, lo daremos por hecho.
Dada la independiencia de substrato, es posible en principio implementar una mente humana en una computadora lo suficientemente rápida. Esto requeriría de hardware muy poderoso con el que no contamos aún. Requeriría también de habilidades avanzadas de programación, o maneras sofisticadas de hacer una exploración detallada de un cerebro humano que pueda ser cargada en una computadora. Aunque nosotros no podamos hacer esto en el futuro cercano, la dificultad parece ser simplemente técnica. No hay ley física conocida o restricción material que impida a una civilización lo suficientemente avanzada tecnológicamente implementar mentes humanas en computadoras.
Nuestro segundo preliminar es que podemos estimar, más o menos, cuánto poder de cómputo tomaría implementar una mente humana junto con una realidad virtual que para esta mente se vería completamente realista, con la cual interactuar. Además, podemos establecer límites inferiores acerca de cuan poderosas podrían ser las computadoras de una civilización avanzada. Futuristas tecnológicos han producido ya diseños de computadoras físicamente posibles que podrían ser construidas usando tecnología de fabricación molecular avanzada. El resultado de tal análisis es que una civilización tecnológicamente madura que ha desarrollado al menos aquellas tecnologías que nosotros ya conocemos como físicamente posibles, podría ser capaz de construir computadoras lo suficientemente poderosas para ejecutar un número astronómico de mentes similares a las humanas, aun si sólo una pequeña fracción de sus recursos fuera utilizada para tal propósito.
Si usted es una de esas mentes simuladas, podría no haber manera de observación directa de saberlo; la realidad virtual en la que estaría viviendo se vería y sentiría perfectamente real. Pero todo lo que esto demuestra, hasta ahora, es que usted nunca podría estar completamente seguro de que no está viviendo en una simulación. Este resultado es sólo moderadamente interesante. Usted podría aún considerar la hipótesis de la simulación como demasiada improbable para ser tomada seriamente.
Ahora vamos al centro del argumento de la simulación. Esto no pretende demostrar que usted está en una simulación. En cambio, muestra que deberíamos aceptar como verdadera al menos una de las siguientes tres proposiciones:
(1) La probabilidad de que una especie con nuestro nivel actual de desarrollo pueda evitar extinguirse antes de convertirse en tecnológicamente madura es insignificatemente pequeña.
(2) Casi ninguna civilización tecnológicamente madura está interesada en correr simulaciones de computadora de mentes como las nuestras
(3) Usted está casi con seguridad en una simulación.
Cada una de estas tres proposiciones podrían ser prima facie inverosímiles; y aún así, si el argumento de la simulación es correcto, por lo menos una es verdadera (mas no nos dice cuál).
Mientras el argumento completo de la simulación emplea algo de teoría de la probabilidad y formalismos, su esencia puede ser entendida en términos intuitivos. Suponga que la proposición (1) es falsa. Entonces una fracción significativa de todas las especies con nuestro nivel de desarrollo eventualmente se volverán tecnológicamente maduras. Suponga, además, que (2) es falsa también. Entonces una fracción significativa de estas especies que se han vuelto tecnológicamente maduras usarán una porción de sus recursos computacionales para correr simulaciones de computadora de mentes como las nuestras. Pero, como vimos anteriormente, el número de mentes simuladas que cualquiera de tales civilizaciones tecnológicamente maduras podría correr es astronómicamente enorme.
Por lo tanto, si tanto (1) como (2) son falsas, habrá un número astronómicamente enorme de mentes simuladas como las nuestras. Si hacemos cuentas, encontramos que habrían muchísimas más mentes simuladas que mentes no simuladas corriendo en cerebros orgánicos. En otras palabras, casi todas las mentes como las suyas, teniendo los tipos de experiencias que usted tiene, serían simuladas en vez de biológicas. Por lo tanto, por un principio muy débil de indiferencia, tendría que pensar que usted es probablemente una de esas mentes simuladas en vez de una de las excepcionales que están corriendo en neuronas biológicas.
Así pues, si piensa que tanto (1) como (2) son falsas, debería aceptar (3). No es coherente rechazar las tres proposiciones. En realidad, no contamos con mucha información específica que nos diga cuál de las tres proposiciones podría ser verdad. En estas circunstancias, podría ser razonable distribuir nuestro crédito más o menos uniformemente entre las tres proposiciones, dando a cada una de ellas una probabilidad substancial.
Consideremos las opciones con un poco más de detalle. La posibilidad (1) es relativamente sencilla. Por ejemplo, quizá hay alguna tecnología altamente peligrosa que cada civilización lo suficientemente avanzada desarrolle, y que luego les destruya. Esperemos que éste no sea el caso.
La posibilidad (2) requiere que haya una fuerte convergencia entre todas las civilizaciones suficientemente avanzadas: casi ninguna de ellas está interesada en correr simulaciones de computadora de mentes como las nuestras, y casi ninguna de ella contiene individuos relativamente ricos que estén interesados en hacerlo y sean libres de actuar como deseen. Uno puede imaginar varias razones que puedan conducir a algunas civilizaciones a renunciar a correr simulaciones, pero para conseguir (2), virtualmente todas las civilizaciones tendrían que hacerlo. Si esto fuera verdad, constituiría una restricción interesante en la evolución futura de vida inteligente avanzada.
La tercera posibilidad es la más intrigante filosóficamente. si (3) es correcta, usted está casi con seguridad viviendo ahora en una simulación de computadora que fue creada por alguna civilización avanzada. ¿Qué tipo de implicaciones empíricas tendría esto? ¿Cómo cambiaría esto la manera en que vive su vida?
A primera vista podría pensar que si (3) es verdadera, entonces no hay más apuestas, y que uno estaría loco si pensara seriamente que está viviendo en una simulación.
Razonar así sería un error. Aun si estuviéramos en una simulación, la mejor manera de predecir qué pasaría después en nuestra simulación es todavía a través de métodos ordinarios – extrapolación de tendencias pasadas, modelación científica, sentido común common, etc. Si usted creyó estar en una simulación, debería continuar con su vida de la misma manera que si estuviera convencido que está viviendo en una vida no simulada en el nivel inferior de la realidad.
La hipótesis de la simulación, sin embargo, puede tener algunos efectos sutiles en el comportamiento racional cotidiano. Hasta el punto de que usted piense que entiende los motivos de los simuladores, puede usar este entendimiento para predecir lo que sucederá en el mundo simulado que ellos han creado. Si piensa que hay una oportunidad de que el simulador de este mundo fuera, digamos, un descendiente devoto de algún fundamentalista cristiano contemporáneo, podría conjeturar que ha configurado la simulación de tal manera que los seres simulados serán recompensados or castigados de acuerdo a un criterio moral cristiano. El más allá, por supuesto, una posibilidad real para una criatura simulada (que podría ser continuada en una simulación diferente después de su muerte o “cargada” en el universo del simulador y quizá ser proveída allá con una cuerpo artificial. Su destino en ese más allá podría estar adecuado para depender de la manera en que se comportó en su encarnación simulada presente. Otras razones posibles para correr simulaciones incluyen las razones artísticas, científicas o recreacionales. Ante la ausencia de bases para un tipo de simulación por sobre la otra, sin embargo, tenemos que regresar a los métodos empíricos ordinarios para conducirse en el mundo.
Si estamos en una simulación, ¿es posible saberlo con certeza? Si los simuladores no quieren que lo descubramos, probablemente jamás lo haremos. Pero si escogen mostrarse a sí mismos, podrían hacerlo ciertamente. Quizá una ventana informándole del hecho aparecería enfrente de usted, o quizá le “cargarían” en su mundo. Otro acontecimiento que nos permitiría concluir con un alto grado de confianza que estamos en una simulación es si llegamos algún día al punto de encender nuestras propias simulaciones. Si comenzamos a correr simulaciones, sería una evidencia fuerte en contra de (1) y (2). Lo que nos dejaría a (3) solamente.
Nick Bostrom es un miembro postdoctoral de la Academia Británica en la facultad de filosofía en la Universidad de Oxford. Su argumento de la simulación es publicado en The Philosophical Quarterly. Un borrador del escrito original está disponible en http://www.simulation-argument.com/.
Pues a mí tmb me hizo mucho de pensar y la verdad es posible que los robots algún día nos usen como los usamos nosotros a ellos aunque yo espero que no nos pasemos en darle tanta inteligencia artificial porque ahí, en mí opinión, resude el problema.
ResponderEliminarSaludos y gracias x comentar!!!